Gabo, Buñuel, Rulfo, Ripstein y Arau se unen en este clásico del cine mexicano que ha sido restaurado

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Sergio Burstein

En 1962, cuando todavía no era un autor demasiado conocido, Gabriel Garcia Marquez publicó “En este pueblo no hay ladrones”, un cuento que, pese a estar libre del realismo mágico que le dio fama mundial, mostraba ya sus habilidades para crear relatos apasionantes, desarrollar personajes llamativos y cuestionar diferentes aspectos de la realidad latinoamericana.

La historia contaba lo que sucedía cuando uno de los pobladores de una localidad indeterminada, enfrentado a la falta de recursos y al embarazo de su mujer, decidía robar un salón de billar local, desatando con ello una cacería implacable que ponía en evidencia el racismo y la estrechez mental de los demás residentes, empeñados en condenar por el acto a un forastero de raza negra que no tuvo nada que ver con el acto delictivo.

Con su estructura simple y directa, sobre todo si se la compara con la obra posterior del mismo autor, era un relato perfectamente apto para una adaptación fílmica; y eso es justamente lo que sucedió dos años después, cuando un concurso organizado por el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana (STPC) destinado a promover a los nuevos valores del séptimo arte le dio pie al debut como director de Alberto Isaac.

Tras obtener el segundo lugar en la contienda, Isaac se alió al crítico de cine Emilio García Riera para adaptar el cuento de Gabo, que era amigo suyo y que vivía ya en la nación azteca. Una vez aceptado el proyecto y desarrollado el guión, se llevó a cabo un rodaje de solo tres semanas, que se efectuó entre la Ciudad de México y Cuautla, ubicada en el estado de Morelos.

Pese a la premura y a que se contó con un presupuesto extremadamente ajustado, gracias a sus contactos, Isaac y García Riera lograron que la versión fílmica incluyera en su reparto a una serie deslumbrante de personajes vinculados a la literatura, el cine y el arte de la época, como el maestro español Luis Buñuel, los directores mexicanos Arturo Ripstein y Alfonso Arau, el escritor Juan Rulfo, la pintora Leonora Carrington y, claro está, el inmortal García Márquez. Ninguno de ellos cobró por su participación, porque no había cómo pagarles.

La novedad es que la destacada cinta podrá ser vista dentro de poco en la pantalla grande gracias a la difusión de una copia restaurada que está siendo promovida por la Cinemateca Latinoamericana de Los Ángeles (LACLA) y que será proyectada el sábado 13 de julio en el Japanese American National Museum (JANM) – Democracy Center, ubicado en 100 N. Central Ave, Los Ángeles, CA 90012.

 

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